jueves, 4 de noviembre de 2010

La pobreza de los ricos


Muchos desconocen el significado de cuarto mundo; hay, incluso, quienes desconocen su existencia, tan ofuscados en la suya propia que no pueden ver nada más allá. Cuarto mundo hace referencia a las bolsas de pobreza existentes en los principales países desarrollados ó primer mundo. Se trata de personas excluidas o en riesgo de exclusión como consecuencia de la desigual distribución de las riquezas que defiende el sistema capitalista. En la actualidad, más de 40 millones de personas se encuentran en situación de extrema pobreza en Europa. Para erradicar este problema son necesarias políticas sociales efectivas que les ayuden, defiendan sus derechos y los integren en la denominada “sociedad del bienestar”.
La pobreza no entiende de lugares o personas, solo entiende de situaciones. Los países en peor situación de pobreza son los que han sido explotados, maltratados y abandonados por parte de los países ricos durante siglos. Esta es la situación que los ha llevado a cotas de extrema pobreza que afectan a la mayor parte de su población y que se agravan con el paso del tiempo. También es la situación que les ha colocado entre la espada y la pared, que les ha dejado en el olvido y que más les cuesta superar. Del mismo modo, el cuarto mundo surge por situaciones concretas. La principal es un mundo dirigido por el capitalismo, un sistema que divide entre ricos y pobres y en el que la dignidad de las personas pasa a un segundo plano.
La pobreza no solo es una privación o insuficiencia material. También es una carencia espiritual. Provoca una pérdida de la autoestima y una sensación de aislamiento. Crea en la persona una percepción de abandono que le frena en la lucha por salir adelante e integrarse en una sociedad guiada por la codicia, la envidia o la manipulación.
Se tiende a pensar, sobre todo desde los países con menor capacidad económica, que la pobreza no alcanza a los países ricos y que todos sus ciudadanos gozan de un nivel de vida adecuado a las circunstancias en que se desenvuelven. La realidad es distinta y los datos muestran la enorme cantidad de personas en situación de extrema necesidad. Según Médicos del Mundo, en Europa residen más de 40 millones de personas pobres. Lo mismo ocurre en Estados Unidos, una de las mayores economías del mundo, donde el porcentaje es más elevado aún. Estos datos reflejan la incapacidad del actual sistema económico para hacer frente a estos problemas y para propiciar el hábitat adecuado donde los individuos puedan vivir en condiciones de dignidad. La actual crisis económica en la que se encuentran los países ricos ha empeorado la situación de estas personas. El número de “sin techo” refugiados en albergues se ha incrementado casi en un 40%. Lo mismo ocurre en los comedores sociales donde, ante el incremento de personas que acuden a comer, los empleados se han visto obligados a doblar turnos. Del mismo modo que ocurre en los países menos desarrollados, las mujeres y los niños conforman los grupos más castigados por la pobreza. Según el último informe de UNICEF “Pobreza infantil en países ricos 2005”, en 17 de los 24 Estados miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) ha aumentado la proporción de niños que viven en la pobreza hasta superar los 40 millones.
Mientras sigamos siendo súbditos del sistema capitalista que nos gobierna y exprime será muy difícil erradicar este cuarto mundo que se desarrolla a pasos agigantados. Los estados deben crear políticas que aboguen por una repartición de las riquezas más justa y en las que las personas más desfavorecidas puedan recibir las ayudas necesarias para no padecer la exclusión social propia del sistema. Todos tenemos mucho que hacer. No hace falta un excesivo esfuerzo en ello, bastaría con ser un poco más humanos, como explica Peter Singer, filósofo utilitarista: “Si apreciamos adecuadamente los hechos de la pobreza mundial, de nuestra identidad moral global, de la gravedad moral de responder al sufrimiento extremo, de aquello en que realmente consiste la calidad de vida, y del deber de asistir todo lo que podamos y sea compatible con nuestra propia calidad de vida, prestaremos toda la ayuda que debemos".
Javier Perellón Sabiote

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