viernes, 29 de enero de 2010

Presos de nosotros mismos

¿Cuántas veces hemos recordado aquellos tiempos de libertad permanente las 24 horas del día? Aquella época en la que no dependíamos del teléfono móvil para hacer nuestra vida; aquellos momentos en los que para hablar con la chica que te gustaba tenias que llamar al teléfono de su casa con la consiguiente charla con sus padres; aquellas salidas en las que no te sentías controlado en todo momento; aquellas tardes en las que no volvías a la hora acordada y tenias a tu madre subiéndose por las paredes.

Somos presos. Presos de un pequeño aparato que se pega a nosotros cual imán a un metal. Pero, sobre todo, presos de nosotros mismos. Nos dejamos seducir por la excesiva seguridad que este dispositivo nos aporta pero que, al mismo tiempo, nos resta la libertad de la que siempre hemos gozado. Más que estar localizados por los demás queremos tener controlado nuestro alrededor para tener la tranquilidad de que ningún imprevisto nos afecte en nuestra vida diaria. ¿Dónde quedaron las sorpresas, las improvisaciones o los cambios de planes repentinos? ¿Dónde están los momentos perfectos sin alguien que los pueda estropear? Y, sobre todo, ¿dónde quedó nuestro derecho a la intimidad? Todo esto desaparece y nosotros somos cómplices activos.

Tantas batallas en anhelo de la libertad que ahora han caído en saco roto para sucumbir a las redes del control colectivo. ¿Es un paso atrás? Puede que no pero tampoco es un paso adelante.


Javier Perellón Sabiote

1 comentario:

  1. Perdimos, somos victimas de un sitema lineal, invadidos por la sobreexcitacion del consumismo-capitalismo aceptado y alimentado por nosotros mismos.
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